___________En memoria de mi madre


Mi madre (q.e.p.d.) era una mujer fuerte, comprensible, inteligente y receptiva, nació en Puebla de Alcocer (Badajoz) allá por 1912 -año en el que se hundió el Titanic, como efemérides mundial por aquellos tiempos- se casó y tuvo 6 hijos, uno de los cuales -la única niña de la familia- falleció a los 3 años de edad de meningitis.
Quedamos por tanto 5 hermanos y yo soy el de menor edad,; mi madre fue maestra, le gustaba mucho la enseñanza, además lo hacía muy bién, tuvo un colegio propio en Badajoz -en el cual yo aprendí a dar mis primeros pasos de lecciones- y cuando llegamos a Madrid ingresó en un Colegio Publico para proseguir haciendo lo que le gustaba: la escuela.
De ella aprendí casi todo lo que sé, sobre todo en el área de gramática, literatura y matemáticas, siempre se sintió muy orgullosa de los hijos que trajo al mundo y alababa nuestras hazañas y glorias de cara a los demás, fué muy humilde a lo largo de su vida, daba todo lo que podía por sus hijos, se lo quitaba de ella misma con tal de dárnoslo a nosotros, le gustaba mucho escribir, de todo, sus vivencias, sus avatares por la vida, pero sobre todo lo transcribía a poesías, poesías que enviaba a sus parientes y amigos, los cuales la tenían en un altísimo grado de valía y afecto, no en vano hubo ciertas personalidades importantes en España (cuyos nombres no viene a cuento divulgar) que la felicitaron mediante carta expresandole su agradecimiento.
Mi madre... mi madre era especial, tenía una personalidad tan envidiable que hacía amigos por donde quiera que fuere, tenía el don de conectar rápidamente con las personas, tenía "un halo" invisible que le daba el poder de transmitir y recibir más que nadie que yo conozca.
Ella siempre decía que le gustaría llegar a la muerte sin necesidad de que nadie la atendiera, es decir valiéndose por sí misma y... lo consiguió. Jamás dependió de nadie para su aseo, sus quehaceres diarios, su comida... Su vida transcurrió como le de una mujer dedicada en cuerpo y alma a su familia, atendiendo a su marido e hijos lo mejor que pudo, en honor a tí, madre y desde un lugar que nunca podrías imaginar desde el que te escribo, donde absolutamente todo el planeta puede leerlo, te digo

TE QUIERO, MA...

ELABORACION



En el mortero machacamos muy bién los ajos, se le añade ahí mismo el huevo, se mezcla todo bién, a esta masa se le incorpora un par de cucharadas de pan rallado, se mezcla de nuevo todo hasta que quede una masa no muy líquida pero tampoco excesivamente compacta, se le puede añadir un poquito más de pan rallado hasta comprobar que la masa esté en su punto (este es el auténtico secreto) como diría en su slogan una conocida marca de pizzas, se le va añadiendo el aceite poco a poco y moviéndolo siempre en la misma dirección constantemente, notaremos que la masa va creciendo y nos cuesta bastante más moverla, aquí en el mortero, no hay que pasarse de aceite, luego se le añadirá más, lo importante es que quede una masa homogénea, notaremos que se pega a los laterales como si fuera una especie de mahonesa, . Pasamos esta masa al recipiente donde lo vamos a hacer, (en mi caso uso una cacerola de 3 lts. pero -si tienes- puedes utilizar mejor un recipiente de barro de 2 ó 3 lts. de capacidad), seguimos moviendo la masa, y añadiendo el resto del aceite poco a poco, hay que moverlo lo mejor posible para que no nos queden grumos; a continuación le añadimos el vinagre, siempre removiendo la masa, notaremos que se va poniendo blanco, poco a poco, es en este paso cuando notaremos el auténtico y característico olor del AJOBLANCO a ajo y vinagre, después vamos añadiendo el agua poco a poco, moviéndolo constantemente hasta que llegue a 3 ó 4 ctms., del borde, es aquí donde le daremos el punto de sal y vinagre que nos apetezca, en mi caso yo lo hago más bién fuerte de todo, pero hay gustos.
Después le ponemos el pepino pelado y cortado en trocitos, el ó los tomates, con piel y partidos también al gusto de cada cual, el pimiento verde, como sin el rabo y partido en trozos pequeños, y por último el pan, pan que nos ha sobrado de días anteriores (mientras más duro esté, mejor) en trozos pequeños ó medianos y a ser posible que tenga bastante corteza para que no se desmigaje.

NOTAS:
Está mejor de un día para otro.
Esto que aquí veís tan largo se tarda sólo 20 mts., en preparar.
Hay quien lo prefiere sin pan.
En el frigorifico aguanta perfectamente 7 ú 8 días.
Se sirve muy frío y a ser posible con unos cubitos de hielo.
Con mucho calor se le añade una rodaja de melón dulce y frío cortado en taquitos por cada plato al servirlo (la mezcla del sabor agridulce es exquisita)

Y por último:

ANIMAOS A HACERLO Y DISFRUTAD DE EL

INGREDIENTES

2 ó 3 ajos medianos.
1 huevo
Pan rallado
10 ctls. de aceite girasol (+ ó -)
Vinagre
1 tomate natural grande (ó 2 pequeños)
1 pimiento verde.
1 pepino
Trozos de pan duro.
Sal.

LEYENDA

El ajoblanco es un tipo de gazpacho extremeño, típico sobre todo en la provincia de Badajoz, aunque su uso se extiende también por Cáceres, Córdoba, Sevilla ó Huelva. Es un gazpacho por excelencia veraniego, ya que se toma muy frío, y tiene un poder alimenticio alto -por los ingredientes que lleva-, existen muchas formas de hacerlo, según la tradición se le añaden almendras, también hay quién lo hace con frutos secos, con pimiento rojo, etc, etc... Pero yo os voy a dar la receta del que hacía mi madre -q.e.p.d.- un gazpacho que siempre, siempre, le salía igual de sabor, de gusto, de presencia y así durante todos los años de mi vida (tengo ya 52), a pesar de que a veces me ha sentado mal, por comerlo en exceso, jamás le he cogido la repugnancia como para no volverlo a probar, todo lo contrario, a los pocos días "ya estaba con la noria" otra vez, como diría mi hermano Chema -al que también le encanta-, la frase de la noria la atribuimos al concepto de no dejar de parar la cuchara hasta que se termine del todo, es decir: del plato a la boca y de la boca al plato, sin interrupciones ni para hablar.
Pués bién este gazpacho -como decía- es veraniego por naturaleza, mientras más frío mejor, y mientras más calor haga más apetece.
Quizás para muchos de vosotros que me leeís, la apariencia blanquecina del mismo os eche para atrás -parece leche- pero, creedme... no comaís con los ojos sino con el paladar, por el contrario, para quién ya lo ha probado ó lo sabe hacer es una delicia gastronómica única para los cálidos días de verano.